sábado, 25 de agosto de 2018

Primer premio de microrrelatos de Cuevas de Almudén 2018

Todavía lo recuerdo, quizá fue solo un instante, pero se me quedó grabado a fuego en la mirada con todo lujo de detalles. Tú bailabas con serenidad dentro de tu círculo de amigos y a mí, no más de tres segundos, me dio por observarte. Quizá, de otras veces, me pareció reconocerte o quizá tu cara, tu pelo y tu silueta me llamaron la atención. Estabas lejos, a otro lado de tumulto de personas que saltaban mirando directo a los Bronson, pero esas cálidas noches de junio en Mezquita, al calor de la música en la calle bajo un incomparable cielo estrellado, invitan a la magia y a la imaginación. Quizá se cruzó durante una milésima de segundo la brillante luz azul de tus ojos, quizá por alguna especie de hiperestesia tu mente sintió que te observaba y te giraste mirándome, pero cuando los vi abiertos hacia mí, dentro de ellos se hizo de día y fuera se iluminó la noche. Jamás vi nada tan intenso. Mis párpados no aguantaron el desafío y sucumbieron retirando mi visión hacia el suelo para intentar disimular. En el fondo solo supieron decirte: lo siento, lo reconozco, me has pillado en fuera de juego.

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